Esta primera semana, como se pude suponer, ha sido toma de contacto, haciéndonos con la ciudad. La noche que llegamos fuimos a cenar a un restaurante en la calle Reconquista, lo elegimos por ser el único restaurante abierto a esas horas de la madrugada. Un camarero relindo nos informó de que no nos dejáramos timar a la hora de ser invitados a un boliche (disco) cercano; al pagar la cuenta de la cena descubrimos que él fue nuestro primer timador de muchos otros que lo seguirían.
Hemos estado comiendo y durmiendo a deshoras, por el cambio de clima, los horarios, el jetlag, la incomodidad de nuestro piso y sus inquilinos,… También hemos saboreado la famosa carne Argentina (Cris no), hemos bebido cerveza Quilmes, comido alfajores,… Se podría decir que no vivimos mal del todo!
También cabe decir que ya nos ha dado tiempo de reencontrarnos y conocer a amigos de la ciudad, como a la familia Ducco, Juanma, Carmen Mesa,… Así que como veis, una semana da para mucho. También hemos asistido a algún concierto de artistas españoles, para eso de no perder raíces, como Amaral, Vetusta Morla y Rosana.
Como no es oro todo lo que reluce, también hemos visto y sentido cosas que nos hubiera gustado evitar. Como toda ciudad grande que se precie, Buenos Aires también tiene pobreza y no es nada agradable encontrar a niños en la calle pidiéndote dinero y comida, pero a la vez, niños muy avispados y con mucha vida pese a su corta edad. Por suerte hasta ahora, nos hemos encontrado con gente muy agradable y en todo momento, nos han avisado de que fuéramos con cuidado con nuestras pertenencias y que evitáramos pasear por ciertas zonas y barrios al atardecer.
El descubrimiento del bondi (bus) fue toda una aventura. Lo probamos el domingo después de comer los mejores ñoquis caseros hasta el momento en casa de los Ducco. Quisimos ir a pasear al mercado de San Isidro, el cual quedaba un poco lejos y accedimos en bondi. Fue lo más parecido a saltar en una cama elástica mientras paseas en una montaña rusa. Destacamos la cara de felicidad de Nieves tras descubrir que la zona entre su pescuezo y ombligo botaba como dos pelotas de tenis, una sensación desconocida hasta el momento, con lo cual se planteó si reemplazar su idea de silicona por unos económicos paseos en bondi.
Nos han pasado tantas cosas divertidas que no podríamos contarlas todas, pero si que iremos poniendo cositas para que os hagáis una idea de lo que es este equipo en esta ciudad. Pero lo más importante es que estamos muy contentas y felices.
